Diario de una muñeca rota. (parte 1)  

Posted by Scarlet Draconni

Despertando a la oscuridad.


Tum… tum…

Se oye un palpitar, es constante y rítmico… un corazón?.. el mío?...

No… yo no poseo un corazón. Nunca lo he tenido, jamás lo tuve, ni lo tendré. Solo soy esto… Que cosa?.. Solo trapo… solo resina… solo porcelana e hilo… un recipiente sin vida… sin aliento, sin alma. Solo una muñeca.

Al menos, eso fui en algún tiempo. Sabes? Una vez fui amada… y era alguien, tenía nombre, tenía una amiga, tenía amor. Fue inolvidable el día que salí de esa caja, de ese contenedor frío donde había sido empaquetada, esa delicada película de plástico distorsionaba la realidad exterior, mi mundo eran esas cuatro paredes acartonadas, hasta que ella me sacó de allí. Sentí el calor de su abrazo y sus dulces y pequeños labios besando mi mejilla. Una delicada sonrisa permanentemente dibujada en mi rostro la saludaba. “Sus ojos son preciosos padre”, dijo la pequeña refiriéndose a los enormes y brillantes orbes color celeste que se asomaban a través de mis pestañas. La pequeña me apretó contra su regazo con fuerza, sentí incluso la presión en mi cabeza que permanecía pegada a su pecho, escuchando el latir de su corazón… tum... tum... Acompasado… como el que ahora escuchaba…

Sus largos rizos dorados caían en cascadas sobre sus hombros y vestía delicados conjuntos de seda y tul, olía a un delicado perfume de vainilla. Era mi nueva amiga… Lydia era su nombre. De un momento a otro y tras besar a su padre me llevó amorosamente en brazos a su habitación, un hermoso lugar adornado en colores pastel, muchos corazones colgantes llenaban su techo y la abullonada cama estaba casi llena de animalillos de felpa. Me sentó justo en el centro y peinó mis rizos negros, ese cabello color azabache que había escogido para mi… mi creador... mi padre, este resaltaba de la blanca piel de porcelana y los labios rojos carmesí, el vestido elegido para ser portado con elegancia en mi ser, era un estilo infantil, una falda verde botella con crinolinas amplias, zapatos negros y un saquito con escarolas muy bonito y en el cabello un enorme moño de doble lazo. A Lydia parecía gustarle mucho por que pidió que le hicieran uno igual al mío. Lo llevaba todos los días, justo como yo, como si fuéramos gemelas, solo que una con cabellos como el sol y otra con los rizos como la noche. Me puso un nombre… “Sophie”, al principio no me agradó, era muy rebuscado, pero se oía bien cuando salía de los labios de Lydia, con ese dulce tono de voz, cantarín… hermoso.

Nos hicimos inseparables, me llevaba a todos lados, compartía conmigo sus sueños, sus ilusiones, sus angustias y miedos. Lloraba conmigo cuando se sentía triste o sus padres la regañaban, se quejaba a mi oído cuando no le concedían ningún capricho, guardaba sus tesoros en el bolso de mi falda para que nadie los tocase, ella sabía que yo era la mejor guardiana de todo aquello y que mis labios estaban sellados guardándolo todo. El tiempo pasaba y cada vez eran menos sus berrinches. Creció y dejó de usar vestidos parecidos al mío. No me molestaba, los que llevaba ahora eran muy bonitos y le quedaban mejor.

Un día llegó y me entristeció mucho lo que había hecho… esos largos rizos dorados… fueron cambiados por una cabellera corta y con mechas de color rojo. De haber podido hubiera llorado… aquella joven no era mas la niña a la que había conocido hacía años. Pero no pude, en vez de eso mostré mi sonrisa tatuada para siempre en mi rostro, Lydia pensó que a mi me había gustado el cambio. Poco a poco fue cambiando más y mas… ya no dormía conmigo a su lado como antes, ahora me mantenía en una repisa. Luego, dejó de hablar conmigo y comenzó a hablar con otras personas en el teléfono. Pero no me importaba, aún podía oír su voz. Sus ropas eran cada vez menos infantiles y comenzó a usar pantalones ajustados y playeritas pequeñas, su cabello cambiaba constantemente hasta que un día, el dorado desapareció y lo tiñó de color negro azabache, justo como el mío. “Te gusta Sophie?, es como el tuyo” Me dijo por ultima vez sonriendo. Fue la última ocasión en que se dirigió a mí.

El tiempo pasó y desde la repisa pude observar como transcurría todo, muy deprisa, sin mí.. ahora yo estaba suspendida en el tiempo, solo observando, ya no participaba mas en aquella vida, cada vez me volvía mas y mas solo un adorno mas de ese precioso cuarto. Dejó de estar la mayor parte del día en casa, ya ni siquiera escuchaba su voz. Lydia se convirtió en una compañera silenciosa, ya no hablaba conmigo, ni para si misma. Era una tortura para mi el eterno silencio de sus labios.

Pero eso no duró mucho. Una tarde, cuando hacían la limpieza, la criada de la casa golpeó descuidadamente la repisa donde estaba y caí al suelo irremediablemente, dolor, un estruendoso ruido de algo crujiendo y luego luz de nuevo. Bajé la mirada y a una corta distancia pude ver mi pierna separada de mi cuerpo y un trozo de porcelana blanca que por la forma correspondía a un trozo de mi mejilla, dos pequeños deditos astillados enredados en mi cabello desordenado y el rostro horrorizado de la criada por haber cometido tremendo error. Estaba muy triste, pero no enfadada con ella, había sido un accidente no? Lydia volvería y de algún modo sabría que hacer. Esperé toda la tarde y toda la noche su regreso en una caja de cartón donde me había puesto la sirvienta junto a mis otros trozos. De nuevo en un cartón esperando pacientemente a que mi mejor amiga volviera por mi y me sacara de aquel horrible lugar. Pero no volvió.

No fué sino hasta la mañana siguiente que ella regresó y fue avisada de mi accidente, corrió a la habitación y me miró con lagrimas en los ojos, me alzó en sus brazos y me arropó en su regazo justo como la primera vez que nos conocimos. Me sentí tan feliz, estaba de nuevo ahí, mi amiga me abrazaba y me daba su cariño y lloraba por mí, su llanto era amargo y doloroso. Yo quería decirle que todo estaba bien, que ya no dolía y que no me iría de su lado aunque estuviera en mil trozos separada. Traté de trasmitirle el mensaje con mi mirada, a través de mi rostro siempre sonriente aún a pesar de estar roto. Pero no funcionó. Encolerizada despidió a la criada y esta fue echada a la calle. Traté de abrazarla pero mis brazos no se movieron. Así pasó todo el día, llorando conmigo en sus brazos. Esto me conflictuaba ya que si bien por un lado estaba contenta de saber que si le importaba y que me amaba a pesar de su alejamiento, por otro lado odiaba ver su rostro ensombrecido por el llanto. Durmió conmigo a su lado y los trozos de mi en la mano, incluso se cortó la palma con uno de los trozos impregnando con su sangre la blanca porcelana.

Amaneció de nuevo y con el mayor de los pesares me levantó de nuevo en brazos y me apretó contra su pecho. Algo dentro de mi respingó, un mal presentimiento, una sensación de dolor, algo me alertaba y no sabia que era. Escuché de sus labios un tenue “Adiós mi preciosa y querida amiga Sophie”

Adiós?, por que?.. a donde iba?... por que me decía eso? Entré en angustia, quería llorar igual que ella. De pronto dejé de sentir el calor de sus brazos y de nuevo volví a la fría caja de cartón y junto conmigo en mi regazo miré horrorizada mis trozos. Luego ella cargó la caja y la llevó al armario. La refundió en el rincón más oscuro de este, conmigo adentro y cerró la puerta hundiéndome en la más profunda oscuridad y pena.

Pasó mucho tiempo… incluso grité en silencio tratando que me escuchara, que oyera mis suplicas y mi llanto desesperado por salir de ahí, pero a pesar de ello, como siempre, jamás escuchaba mi voz. Poco a poco fui perdiendo la esperanza, ahora estaba sola, refundida en la más cruel de las penumbras. Dejé de escuchar las voces, deje de escuchar su corazón, dejé de escuchar todo y me sumí por completo en la negrura de aquel rincón. Mi cuerpo se empolvó y fue hogar de arañas y sus preciosos tejidos blancos llenaron mi cabello y mi rostro, incluso cubrieron el terrible agujero de mi mejilla. Eran mis únicas compañeras, pero tampoco hablaban comigo. Dejé de querer seguir existiendo, pero no desaparecía, estaba conciente, pero solo así… en la nada.

Tiempo después, hasta que deje de pensar también, me hundí por completo… si hubiera sido como ellos, como Lydia, supongo que podría llamársele muerte…

Tum… tum…

Ese latido… eso me despertó… por fin después de muchísimo tiempo escuchaba algo... un corazón. Algo se movió afuera un pequeño golpecito y de pronto las puertas del armario se abrieron un poquito, solo levemente dejando pasar un rayo intenso de luz. Oí algo parecido a un llanto, una puerta cedió un poquito con un crujido ante el empujón externo y abrió solo un poquito mas la rayita de luz. Me asomé por la rendija abierta levemente pero mis ojos no lograban adaptarse a la intensa luz que se colaba por la misma… mis ojos no estaban acostumbrados mas a la luz, solo a la oscuridad completa… Que sucedía?...

Continuara…

This entry was posted on domingo, 20 de diciembre de 2009 at 23:49 . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

2 comentarios

Comentarios y criticas bienvenidas.

Espero que les guste.

21 de diciembre de 2009, 0:21
Ejemplo  
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
4 de enero de 2010, 2:40

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